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PREGÓN DE SAN PRUDENCIO

PREGOIA / PREGON

 

El Teatro Principal vivió ayer una tarde mágica, en el sentido más literal. No en vano, el honor de pronunciar el pregón anunciador de las fiestas de San Prudencio y de Nuestra Señora de Estíbaliz recayó en los impulsores del festival que año tras año inunda la ciudad de ilusionistas, faquires y prestidigitadores llegados de todo el mundo. Performers y artistas variados que ya conocen la ciudad y su territorio, donde cada 28 de abril se celebran unos festejos que, en esta época, suponen «la píldora contra la desazón y el abatimiento», reflexionó José Ángel Suárez, director del hechizante ciclo con las chisteras, las cartas y los trucos que asoman durante una semana por toda la capital vasca.

«Hablo en nombre de un pequeño colectivo que durante 26 ediciones, y con renovada ilusión, se esfuerza por traer a Vitoria a los mejores artistas y espectáculos de un arte, a veces malentendido como tal, que es la magia», puntualizó el responsable del encuentro ante las miradas de asombro del respetable, diputado general incluido. Javier de Andrés y toda la corporación foral, junto con los cientos de ciudadanos que ocuparon la platea del teatro, se permitieron soñar, por un instante, dejándose llevar por una familiar ensoñación provocada por el extraordinario montaje que salió a escena en forma de ‘sketchs’. Especialmente, cuando el San Prudencio de piedra se reencarnó en el de carne y hueso, saltando de su púlpito de Armentia hasta el tablado de la calle que lleva su nombre.

El patrón escapista, San Houdini de Álava, protagonizó un fantástico viaje por los elementos y rincones más representativos del territorio; recorrió los paisajes del vino, elogió la gastronomía y hasta obró algún pequeño milagro: convertir la apatía y la cierta depresión actuales en energía e ilusión. Así lo hicieron constar desde el patio de butacas con insistentes ‘¡Oooooh!’-s y emotivas ovaciones. «De una manera o de otra, todos tenemos una disculpa para celebrar la fiesta. Es verdad que en los tiempos que corren no parece que tengamos demasiadas cosas que festejar; muchos vecinos, paisanos, gentes de todo tipo y de toda condición, todos estamos sufriendo la situa

ción actual», admitió económicamente realista el pregonero. «Es por eso que la Retreta y la romería tienen, si cabe, mayor importancia».

La varita de la fiesta

«Nada en nuestra vida cotidiana va a cambiar por estar tristes, los problemas no se van a solucionar solos, pero está claro que una inyección de alegría conseguirá que durante ese tiempo nos olvidemos de nuestros proble

mas. Veamos la fiesta como un pequeño bombón que endulzará un momento de nuestra vida y que no por efímero hay que desaprovechar».

«A nosotros, los magos, nos gustaría tener una varita mágica de verdad, que fuese capaz, con un único toque, de cambiar las cosas. Pero no es posible, la magia sólo es un arte que pretende mediante el engaño entretener a quienes están dispuestos a dejarse engañar, ¡qué curioso!». En realidad, «la ilusión, al igual que la fiesta, es otro bombón que tenemos que disfrutar. Un juego que nos obliga a pensar en lo imposible que acabamos de ver. Disfrutad de la fiesta, compartid la alegría y tomad renovadas fuerzas para seguir viviendo y luchando, porque como dice el refrán: ‘no hay mal que cien años dure, ni nadie que lo soporte’».

Como recomendaron el místico anacoreta y sus optimistas colaboradores, «son días para compartir con los amigos, para disfrutar con la música, la gastronomía, es tiempo de caracoles y perretxikos, de trompeta y tambor. Desconectemos de la rutina, del trabajo, inyectémonos una grandísima dosis de energía a través de estos festejos. Seamos felices, ¡disfrutemos!».

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